martes, enero 04, 2011

Reflexiones de fin de año

El tiempo sí existe y sí se mide. Pero no ha tenido principio ni tendrá final: es infinito a la vez que nonato. Su ubicación es indeterminada, propiamente atemporal, pues se manifiesta en todo momento. Por eso los años con sus fechas son artilugios humanos, erráticas creaciones efímeras cuya valía trascendente reside en la certeza de la vida verdadera, inconmensurable, que los nutre y proyecta.

El tiempo sí existe y sí se mide. Los años también, pero las fechas no. Aquí y en China un año siempre será un año, mientras sea. Pero su fecha es una flecha que se extravía. Por eso la fecha de la flecha del año nuevo es distinta en los calendarios cristianos, judíos u orientales, aunque un año se mida igual en español que en hebreo o en chino.

El tiempo sí existe y sí se mide, pero sus imaginarios rituales son sólo nuestros. Por eso son tan entrañables. También por eso les cargamos de ilusiones y esperanzas, como a veces también de quebrantos y reclamos. De entre ellos, pocos tan simbólicos como los de fin de ciclos. Del fuego nuevo al año nuevo hay una línea directa e in-interrumpida que nos lleva, entre otras cosas, a una aspiración de renovación que nuestra mentecita racional quiere iniciar siempre con reflexiones que hacen balances y proyecciones. Propósitos de año nuevo, les llamamos.

El tiempo sí existe y sí se mide… y pasa o transcurre. Si sólo pasa, no se queda. Si transcurre, entonces todo pasa y todo queda, como anunció el Poeta. Por eso los propósitos de año nuevo buscan que la vida transcurra en el tiempo que pasa.

El tiempo existe y sí se mide. Y eso está bien, muy bien. Pero mejor estaría si asumiéramos que las fechas, incluidas estas fechas de año nuevo, sólo existen en nuestra imaginación colectiva y que el ejercicio humano de reflexión y renovación con que las acompañamos es en realidad indispensable todo el tiempo. Por eso, las reflexiones de año nuevo pertinentes son todo el tiempo. Todo este tiempo que sí existe y sí se mide; que sí pasa y sí transcurre, como la vida misma.

El tiempo sí existe y sí se mide… y aunque no todo el tiempo puede ser año nuevo, sí todo el tiempo puede ser de renovación y reflexión. De allí que, en los asuntos del tiempo, no sea el ritmo lo que importe, sino su intensidad. Que así sea.

(Dormingo para publicarse en la versión impresa de Cambio de Michoacán)

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