domingo, enero 23, 2011

Casarse sin cansarse

¡Felicidades a Bero y Carlos!, literalmente.

Cuernavaca, el calor. La boda, la calidez. Los novios, la candidez. Bero y Carlos, enfrente y al frente. Todos, con ellos. La vida en celebración, casamiento es la ocasión.

Con dos divorcios que le anteceden, el testigo insiste: “los divorcios deberían estar prohibidos, la gente debería (ojo: debería) casarse para toda la vida”. Que los divorcios deberían prohibirse es una broma. Que la gente debería casarse para toda la vida, no. Tampoco lo fueron los dos divorcios, ello le da autoridad moral para saber de lo que habla: “los divorcios deberían estar prohibidos, la gente debería casarse para toda la vida”, insiste.

Casarse sin cansarse, es la clave. Ah, si: chido… ¿Y como? Pues fácil: amarse sin atarse. Ah, no pues sí, ¡qué fácil!. Pues si: fácil (easy, dicen los anglos). Neta, piénsalo: es fácil. Porque lo fácil es lo sencillo y simple, lo que así se da: fácil (se da: se produce y se ofrece, las dos cosas). El amor es fácil, lo difícil podemos serlo nosotros; los amantes.

Es simple: en el amor, como en la vida, como en la luna, hay siempre dos lados: el lado oscuro y el lado luminoso. Uno sabe muy bien en qué y de qué lado está (no nos hagamos…), lo que a veces uno no sabe es cómo llegó hasta allí o por qué quiso llegar hasta allí. Es sencillo: hay que moverse, salirse, del lado oscuro.

Nada más simple ni más sencillo, auténtico y natural, que amarse: fácil. O digo yo: ¿tu puedes amar sin que sea auténtico y natural, sin que te nazca fácil, incluso aunque no quieras, incluso a pesar de que quieras? (y digo “amar”… que desde José José ya sabemos que amar y querer no es lo mismo, je).

Amarse fluye. Amarse no es el problema, ni el amor en sí mismo, ni el papelito por sí mismo (matrimonio: contrato civil, ¡uy qué miedo!). Otra vez, no nos hagamos: el problema no es amarse, es atarse. Atarse al otro y atarse a tus propias ataduras… y en el peor de los casos: a las del otro.

Amarse sin atarse, para casarse sin cansarse. Dejar que el amor sea y el amarse fluya. Hay una clave: entender que el amor es la única energía que sí se crea, que sí se destruye y que también se transforma. Ya lo hemos dicho: “el amor es como una plantita”. Cambia de forma (se transforma); nace, crece, se reproduce, pero no muere, a menos que lo mates (se transmuta).

O vamos a ponerlo así: el amor se nos da fácil, el amarse se nos puede dar difícil, si nos lo proponemos (ojo: si nos lo proponemos).

Hasta en el Samborn’s venden libros que dicen que el amor cambia. No debería ser ninguna novedad. También los amantes cambian: “nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”, ya nos lo dijo El Poeta. Entonces el asunto es amarse sin atarse: dejando que el amor fluya, cambie, y nosotros con él y la relación del amor también.

Mi abuelo me lo dijo: “tu abuela fue el amor de mi vida, mi amante, mi pasión, mi todo; ahora es mi mejor amiga”. Murió en sus brazos, después del último beso.

(Dormingo publicado en la versión impresa de Cambio de Michoacán del 23 de enero del 2011. La viñeta es de la grande Ana Lucía Solís, Colibrí)

2 comentarios:

Waldo dijo...

ES CIERTO EL AMOR ES FÁCIL...O DEBERÍA SERLO SI ES REAL...LO DIFÍCIL ES LA CONVIVENCIA...Y EL AMOR, QUIERAS O NO, TE ATA O MEJOR DICHO "TE ENLAZA" ENTONCES EL AMOR ES UN LAZO MEDIANTE EL CUAL UNOS SE ATAN A OTROS. Y ATARSE SIGNIFICA ATARSE A TODO EL OTRO, LO BUENO Y LO MALO. YO PIENSO QUE EL LAZO SI ES AMOR NO SE CORTA NI SIQUIERA DESPUÉS DEL ULTIMO BESO... NO LO ROMPE LA DISTANCIA... NO LO VENCE NI LA MUERTE...

COMO SIEMPRE UN GUSTO LEERLO...

Carlos González Martínez dijo...

Waldo!
Qué gusto recibirte de nueva cuenta por aquí! Tienes toda la razón. El chiste es enlazarse sin atarse! Magnífico. Totalmente de acuerdo.
Un abrazo.
Carlos