domingo, agosto 29, 2010

Las carreteras

A veces las carreteras son una forma de escapar, pero siempre son una manera de llegar. Nada mejor para una gran tristeza, una inasible reflexión o para una inconmensurable euforia, que una larga carretera. Entre más profunda la pena, la idea o el entusiasmo, más extensa la carretera. Pero la condición es transitarlas solo, como sólo se puede ir a través de una tristeza verdadera, un dilema indescifrable o un entusiasmo interminable. La profundidad de sus trazos inacabables y el silencio del viento surcándote, son el mejor chaman para la meditación necesaria, el mayor remedio para encarar el tiempo que todo lo cura y el más grande cielo terrestre para un éxtasis en vuelo.

Nada mejor que tu auto y una buena dotación de música para la ocasión. Allí adentro te puedes volcar como calcetín y ver tus sentimientos aflorar para ordenarse, serenarse, explotarse. Por ello, en un horizonte abierto, las carreteras dibujan un perfecto punto de fuga para ir y venir por dentro.

Para esos afanes, las rectas son propiciatorias, indispensables, pues te permiten la introspección plena. Las curvas, en cambio, te reclaman discernir entre las ideas que se aglomeran. Unas y otras te transportan fuera y sólo de vez en cuando te reclaman regresar a la Tierra y sus durezas objetivas.

Pero no hay que olvidar que las carreteras son mágicas. Constituyen un túnel anímico que te transforma. Si te entregas a él y si seleccionas bien tu música, tu estado de ánimo puede llevarte de la desolación a la euforia, de la euforia al temple, y del temple a la acción. Poco a poco, te vas dando cuenta de que avanzas, hasta el punto donde te das cuenta de que te haz dado cuenta de todo y de que haz avanzado todo. El tiempo y el espacio han transcurrido por dentro de ti; te han redimido.

Por eso las carreteras son transitables y son mágicas; un espacio para reafirmar que la condición humana es pasajera y diversos sus paisajes íntimos.

(Dormingo publicado en la versión impresa de Cambio de Michoacán el domingo 29 de agosto del 2010)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Jaime López, a la orilla de la carretera vio a la mujer de blanco que le dijo: "buena suerte a los camioneros que son la salvación...".
Las carreteras son las venas de este mundo; una pasión cuando están desiertas y se recorren al amanecer.
MR