domingo, julio 18, 2010

Esas pequeñas cosas

El tacto cuidadoso, sereno, sutil, preciso, definitivo del destino. Profundo como un suspiro, intenso como un instante, total como el roce de una caricia. Radical como una coincidencia, absoluto como el azar, enorme como el detalle, penetrante como la mirada; así son, todas ellas, las pequeñas cosas.

Un tren que se va sin mí, una cena a la que no pensaba asistir, un salón de clase en vez de otro, una comida a la que me sumé de último momento, un cambio de trabajo, el traslado inesperado de residencia, una fila del banco, el libro que me encontré en aquél viejo anaquel, el viejo amigo que de súbito me encontré, la maestra que sustituyó al profesor, el taxi que no llegó, esa llamada equivocada, esa noche y no la otra, estar en el momento preciso en el lugar adecuado: todas esas pequeñas cosas que te cambian la vida. La vida como filigrana, la vida como arte, la vida como creación; uno como criatura de su propia indeterminación.

La forma en cómo me tomas de la mano, la manera en cómo me miras, la entonación y ensoñación de tu voz, la suavidad de tus labios cuando me besas, la hospitalidad de la humedad donde me recibes, ese olor tan tuyo, ya mío, como ancla olfativa de todos los recuerdos de tránsitos marinos, la suavidad con que dispongo tu recinto en mi hogar, la idea de abrirte la puerta, de acomodar tu silla, de hacerte caravanas y lanzar fuegos pirotécnicos en cuanto tu silueta se asoma por ese horizonte ancho, luminoso, pleno, total que puebla tu perfil como estandarte. La supremacía de la forma, de las formas, que se vuelven, se transforman, se mutan en fondos, en contenidos, en razones y no pocas veces en exploraciones, explicaciones, expiaciones.

Lo que parece adjetivo, pero es sustantivo. El verbo que sólo es predicado, si es sujeto. Las pequeñas cosas, los detalles de la vida, el gusto por estar aquí y ahora, antes que después. La suavidad de lo fuerte, la levedad de la vida, los dormingos.

Esas, las pequeñas cosas de la vida; lo único, lo verdadero. Ser uno mismo en su circunstancia. Ser circunstancia en uno mismo, como pequeña cosa que germina. La vida como arte. El arte como destino nonato. Seamos buenos, como esas pequeñas cosas que se nos dan. ¡Viva la vida!, pequeña gran cosa. Vale.

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