domingo, mayo 16, 2010

Democracia Participativa

En nuestro tiempo la Democracia Participativa es a la vez una teoría, una práctica y una aspiración. Es una teoría porque supone un entramado conceptual que postula que en la sociedad contemporánea se puede transformar a la democracia representativa con nuevas formas de participación directa popular en la deliberación, definición, ejecución, vigilancia, evaluación y sanción de las políticas públicas que llevan a cabo los poderes ejecutivo y legislativo del Estado moderno.

Ello plantea un nuevo estadio en las formas históricas de gobierno donde el poder público se sigue ejerciendo a través de las instituciones representativas pero bajo innovadores procedimientos participativos. En la raíz de este concepto está el de la soberanía popular que establece que el poder público dimana del pueblo soberano y que toda institución se establece en su beneficio, siendo que el propio pueblo tiene en todo momento el derecho de cambiar su forma de gobierno. En México, esta raíz ideológica está establecido en el Artículo 39 de la Constitución Política Federal.

Es además una práctica porque en muy diversas democracias del mundo existen ya mecanismos participativos que permiten que, precisamente, el pueblo asumido como ciudadanía contribuya a la mayor eficacia y legitimidad de las acciones de sus gobiernos y congresos. Ello es así, por ejemplo, mediante la puesta en práctica de mecanismos de consulta como el referéndum y el plebiscito, o bien de procedimientos de decisión como la iniciativa ciudadana legislativa o los presupuestos participativos gubernamentales.

En Michoacán esta práctica está teniendo expresión real en los ejercicios de presupuestación participativa que, entre otros instrumentos, impulsa el Gobierno del Estado en convergencia con las propuestas que diversas organizaciones y voces promovemos desde la sociedad civil, y espera tener más impulso con la reforma constitucional y legal que actualmente discute el Congreso del Estado.

Pero también y quizá sobre todo, la Democracia Participativa es una aspiración, un anhelo, una utopía realizable. Aquella que indica que en nuestro Estado y país es posible trabajar por una forma de gobierno que tienda a borrar la distancia entre gobernantes y gobernados. Esa distancia que tanto daño ha hecho a nuestras instituciones, a nuestro desarrollo político y a nuestra cultura política, en suma: a nuestra democracia.

Una aspiración por la que vale la pena esforzarse. La misma aspiración que desde hace doscientos y cien años ha guiado nuestra esperanza por un país justo, libre y democrático, es decir: alegre.

(Colaboración para El Michoacano, periódico que inicia su circulación el lunes 17 de mayo del 2010)

1 comentario:

Alberto Sánchez dijo...

Tienes razón. Bastaría leer con atención la Constitución de Apatzingan, para darse cuenta el avance que se proponía Morelos hace 200 años respecto a la democracia.

Alberto Sánchez

http://hotelparadox.blogspot.com