sábado, noviembre 14, 2009

Las Vacas (ensayo sobre la templanza) (Dormingo)

Frugales y moderadas, lentas y sosegadas, las vacas pastan. Caminan despacio. No tienen prisa, ni preocupaciones, saben que la vida pasa y no se afligen, sólo pastan, caminan, se detienen, voltean, pastan, caminan, se cansan y se echan como si estuvieran empollando al mundo. Miran impávidas y a algunas los ojos no se les distinguen. Sabes que te están viendo, sientes su mirada, pero no ves sus ojos. Son omnipresentes, imperturbables, inalterables y pastan como si le estuvieran haciendo piojito a la tierra.

Tienen en su enorme anatomía el registro de toda la paciencia del mundo, de siglos y siglos de andar sólo pastando, sólo observando, sólo caminando, sólo defecando y abonado los caminos del hombre y sus bestias. Son grandotas y tienen manchas. Mueven la cola y mugen. La parsimonia, la circunspección y la serenidad templan su paso por la vida.

Se paran en las carreteras y no les importa. Llueve y se mojan, y no les importa. Les obtenemos la leche y no les importa. Hacemos quesos y no les importa. Nos las comemos y no les importa. Con su piel hacemos nuestros zapatos y no les importa. Pasan frente a mi ventana y no les importo.

Allí están: con su impávido perfil en la llanura humana, impertérritas en los senderos del hombre, serenas en su virtud gozosa de la templanza. Van juntas y no se pelean. Como lo comprenden todo, no discuten, sólo se acercan las unas a las otras y luego se dispersan, ni siquiera se hablan, sólo se ven y ni se inmutan.

Sosegadas se echan al camino y simplemente lo caminan. De vez en vez corren un poco, sólo un poco y luego se paran, vuelven a pastar y se echan, como esperando que un nuevo glacial no las enfríe demasiado. Saben que los huracanes pasan y los terremotos terminan. En medio de la tormenta, cantan bajo la lluvia. Ninguna embarcación se hunde cuando serena sus velas, como si vaca pastando fuera.

Tranquilas, vienen y van, se aploman con ese caminar lento como de filósofo enamorado, como si de atemperar la vida se tratara, como si de templar el ánimo se planteara. Las veo y me serenan. Pienso en las virtudes humanas. Hoy, este dormingo del Señor, quisiera ser vaca.

(Dormingo a publicarse en la versión impresa de Cambio de Michoacán del 15 de noviembre del 2009)

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