lunes, agosto 31, 2009

Después de ti, la nada (Dormingo)

Después de ti, la nada. Ahora lo sé, ahora lo he visto, ahora lo he sentido, ahora lo he vivido. La otra vez me asomé a la orilla, después de ti, y lo vi con claridad: hay nada, sólo nada, toda la nada. Curioso y exhausto, sereno, lo intenté: nada, solo nada, la inmensa y total nada, como un todo aún más absoluto que sí mismo, sólo que más radical e ignoto. Después de ti todo se acaba y todo está por comenzar. Eres como el límite, la frontera, el principio y el fin. El precipicio y el vértigo, la locura y su claridad, el éxtasis. Después de ti, la nada, solo toda la nada.

La implosión, tu implosión. La explosión, mi explosión. El espasmo original, el punto de no retorno, el vórtice. El término del comienzo y el principio del fin. Es como si tu lo fueras todo. Como si después de ti, la nada.

Después de ti, vago sereno: no hay nada que esperar, nada que temer, nada que hacer. Eres como la tormenta que atormenta y luego calma el alma. Eres como la lluvia que huracanada con todo arrasa y tropical todo fertiliza y germina. Eres como la cima, la cúspide, el punto más alto a donde se llega sólo para un momento permanecer, para divisar todo en un instante, hacerse claridad y témpano derretido ante la inmensidad de tu horizonte ancho y profundo como cueva submarina. Ese inmaculado y elevado sitio al que se llega ilusionado sólo para darse cuenta de que ya estando allí, sólo queda bajar y bajar y bajar. De un lado el camino y sus huellas, del otro el sendero y sus promesas.

Después de ti, hay una pequeña puerta abierta donde alojar el cansancio humano, donde reposar la plenitud de haberte recorrido y haber llegado hasta el límite de lo conocido. Después de ti, hay una ventana cerrada por donde se asoma un camino de terraceria y un río con una pequeña barca a la orilla, un camino y un río que van, siempre e invariablemente, hacía ti. Después de ti, ni el sol ni la luna, sino sólo todo este ancho cielo vacío, todo este inmenso mar sin peces y todo este bárbaro aire sin viento. Ahora lo sé, lo he visto, lo he sentido, lo he vivido: después de ti la nada, porque es en ti el todo. Bendita eres.

(Dormingo publicado en la versión impresa de Cambio de Michoacán el 30 de agosto del 2009)

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