Calor (por tí)

Tierra que suda, seres que sufren. Sol tremebundo, aire ausente, luz que quema, alma que se va, cuerpo que yerra como espíritu extraviado en este vaporoso páramo; como vida sin sosiego, como guerra sin cuartel, como ciudad sin refugio, como fuego sin redención, como día sin ti.

Todo este calor se nos viene encima como viscosa cascada de lava. Todo lo inunda, todo lo posee y arrasa, con violencia inmisericorde todo lo penetra y somete, como bestia salvaje, como marabunta amazónica, como iracundo plástico que pesa y envuelve hasta sofocarnos, hasta ablandarnos irremediablemente sin que podamos evadirle, enfrentarle, vencerle, como si de un cataclismo se tratara, como si del fin del mundo, como si de la última exhalación fuere ocasión todo este calor sin compasión, sin misericordia, como muerte sin fin, como sacrificio para ti.

Sólo la noche, sólo la luna, sólo la oscuridad y su quietud cierta pero finita, como brisa suave en la ráfaga colérica. Solo un momento en medio de tanta inhumana constancia. Sólo un refugio, solo uno en todo este bacanal y sancocho. Solo la noche y algún discreto paso del viento, como alivio, como suspiro vital, como manantial en ti.

Pero también con el calor viene el trópico y su exuberancia propiciatoria. No lo olvidemos. Es en sus sedientas humedades ocasión plena para el disfrute de la vida que se reproduce como selva y manglar, como si de un festejo se tratara, como si de un nacimiento, un parto, como si de su música de color y calor, como si de esas caderas rítmicas, como si de su poesía a flor de piel, a golpe de los últimos entusiasmos de la vida, que siempre serán los primeros, los únicos, como en una gran explosión, como si el principio y el fin, como una alegría de carnaval, como una sonrisa ancha, como esos ojos de mirada complacida, como un sol que canta e inunda, posee y fecunda, invade y libera, en humana inmolación, en definitiva asunción… en celebración por ti.

(Dormingo publicado en la edición impresa de Cambio de Michoacán el 14 de junio del 2009)