domingo, junio 07, 2009

Dormingo 7

Ocurrente, pendenciero y jugador, burlador de veras. Imaginativo como el que más, ágil para el escarceo verbal y los embates incandescentes del albur y su pirotecnia siempre sexuada. Presto para el piropo cachondo o el envoltorio más barroco de cuanta galanura es dable en las lindes propias del encantamiento y el cortejo. Puede que chiquito, pero siempre picoso, es más: puede que chiquito, pero al fin rinconero. Chocarrero y seductor, no necesariamente embustero. Pero también suave y tierno, convocador y enloquecedor, como ojitos de papel volando, como lunar junto a la boca. Así, con todos esos atributos lo mismo masculinos que femeninos, es el ánimo mexicano que da forma a nuestra fenomenología del relajo, que hace tiempo nos develó Jorge Portilla.

Y para la expresión, consagración y disfrute de ese ánimo socarrón, festivo incluso para las tragedias más intensas que tanto se nos dan, pocos días tan propicios como el de hoy: domingo siete.

Cargado de cualquier cantidad de significados asociados orgánicamente a nuestra devoción por el sortilegio y la imaginación surrealista, con su cabalística reunión de séptimo día en séptimo número el domingo siete ha felizmente abandonado su vínculo original con la suerte de aquellos compadres buscadores de fortuna (uno premiado por sumar su rima de “jueves, viernes, sábado: seis” al original canto de brujas de “lunes, martes, miércoles: tres”; el otro castigado por salir con su “domingo siete” que en nada rimó y su pena colmó) y nos remite siempre al encanto inocente de aquella joven doncella que nos sale con el chistecito juguetón de haberse comido la torta antes del recreo.

Lejos de su origen edificante y aleccionador, nuestra historia del domingo siete se acerca más al perfil de día óptimo para el fenómeno del relajo socarrón, juguetón con nuestra sexualidad siempre reprimida, liberador de nuestras taras y trabas para la socialización abierta y cordial.

Por eso es este Dormingo 7 uno que convoca a disfrutar este domingo siete sin reservas ni temor. Un poco de audacia y, por qué no, quizá un poco de miradas y sonrisas fuera del límite; algo que nos haga recordar que estamos vivos y seguimos siendo seres sensibles, imaginativos, chocarreros. Total, todavía no el mundo, pero sí la semana se va acabar. Ya mañana será otro día. Pero hoy es domingo siete, ¡yupi!.

(Dormingo publicado en la versión impresa del periódico Cambio de Michoacán el domingo siete de junio del 2009)

No hay comentarios: