domingo, mayo 24, 2009

Sobre la "Ley Antiaborto" (entrevista)

La grande y entrañable Rubí de María Gómez Campos me honró considerando publicar mi respuesta al cuestionario que está presentando a diversas personas. La entrevista se publicará en la revista "Los Periodistas" de Michoacán. Aquí la comparto con ustedes, agradeciendo a Rubí su distinción.

1. ¿Qué opinión le merece la iniciativa que criminaliza el aborto legal en Michoacán?

Supongo que te refieres a la iniciativa de reforma constitucional que ha sido presentada en nuestro estado, coincidentemente con las que se han promovido en otra decena de entidades del país, para considerar el derecho a la vida desde el momento de la concepción. Es un debate delicado que, como digo, ya involucra al menos a una tercera parte de los congresos locales mexicanos, si no es que está por llegar a la mitad de ellos, y que entiendo no solo se remite a oponerse al aborto, sino en general al derecho a decidir la reproducción libre y responsable que consagra el artículo 4º constitucional mexicano, con lo que incluso podría hacer ilegal el uso de anticonceptivos, dispositivos y la píldora del día siguiente.

Con todo respeto, esa iniciativa me merece una opinión negativa. Sé que es un tema hiper sensible, pues involucra (mezclándolos con singular intensidad y apasionamiento) a nuestros principales tópicos tabúes discursivos: la religión y la política, aderezados además por el sexo, tema que también pocas veces se nos da por tratar con sensatez. Si a eso agregamos que cuando hablamos de aborto y anticoncepción le agregamos tonelada y media de nuestra poca disimulada y muy asumida misoginia, pues coincidiremos en que es un tema casi imposible de discutir sin estridencias.

Trato de explicarme: tengo para mí, como padre, que la paternidad y la maternidad son las cualidades más sublimes de nuestra condición de seres humanos. Como seres, como existencia animal, somos capaces de reproducirnos por naturaleza. Pero como humanos, como existencia sensible y racional, somos además capaces de reproducirnos por amor y conciencia. Ninguno de nuestros actos y decisiones es tan trascendente como el de la reproducción: dar vida a partir de la vida.

Por ello creo firmemente que el derecho a decidir (de la mujer, desde luego, pero también del hombre) es no solo un derecho humano, sino un rasgo esencial de nuestra civilización inconclusa y todavía bastante maltrecha. Todo lo que atente contra ello me parece, por tanto y por principio, merecedor de una opinión negativa. Y como veo que esta iniciativa atenta contra ese derecho, pues me merece esa opinión negativa.

No quiero, ni puedo en este breve espacio, adentrarme en la discusión sin duda pertinente y altamente compleja sobre el momento de la concepción y el momento de la vida. Sin ser un experto, yo asumo que hay vida desde el momento de la concepción. Pero creo que ese no es el problema. Pues creo que incluso podría decirse que también hay vida o potencia de vida en el espermatozoide solitario o el óvulo infecundo. Creo que aquí el problema no es ese, sino el de, primero, preservar el derecho humano civilizado y civilizatorio a decidir la reproducción en libertad y responsabilidad (las dos cara de la misma moneda) y, segundo y más importante para este debate, que la concepción y la generación de vida no determinan la posibilidad de existencia, sino que ésta se desarrolla física, biológica y materialmente hasta semanas después de la fecundación del óvulo por el espermatozoide y que es entonces cuando se me hace inadmisible (incluso como un acto de irresponsabilidad y barbarie) la interrupción del embarazo.

Por último, debo decir que me parece un poco penoso (pena ajena, pero propia a la vez) que en pleno umbral del siglo XXI en México estemos todavía discutiendo estos asuntos de salud pública y de libertad y responsabilidad adulta, como si de dogmas clericales o anticlericales se tratara. Creo que buena parte de la civilización occidental se bajó de ese debate hace ya varias décadas.

2. La Revolución Mexicana produjo avances significativos en el reconocimiento de los derechos humanos y civiles de las mujeres. Como profesionista y colaborador en medios de comunicación ¿qué importancia tiene para usted este marco jurídico de igualdad entre hombres y mujeres?

¡Pues tiene toda la importancia del mundo! (o de México, al menos). Aunque debo decir que este marco jurídico, aún con sus avances, me parece aún insuficiente y frágil, como estamos viendo. Y además, debo decir que, con el debido respeto para mis amigos abogados, la verdad es que el marco jurídico de la igualdad me parece ser lo de menos. Si acaso, me parece un marco propiciatorio de acciones afirmativas e incentivos institucionales. Pero en todo momento estoy convencido de que lo que realmente necesitamos es una profunda transformación cultural, en nuestra cosmovisión y en nuestra forma de asumir y vivir con y en la otredad. Una cultura de la diversidad y la tolerancia, de la igualdad y el respeto, de la alegría y la comunión: una cultura ciudadana.

3. Las Leyes de Reforma sustentan el principio del laicismo ¿Cree pertinente modificar la Constitución de Michoacán retrocediendo en este punto?

¡No!. ¡Claro que no!. ¡De ninguna manera!. ¿A quién se le puede ocurrir semejante disparate histórico y dislate ideológico? A mi parecer, de lo que se trata en este país es de construir un estado democrático y social de derecho, no un búnker confesionario (de ninguna religión, ni de ninguna ideología).

4. ¿Considera que los diputados locales tienen derecho de obligar a las mujeres y a las niñas violadas a engendrar los productos del delito de violación?

No, definitivamente: no. Ni ellos, ni nadie. Es más: menos ellos, los diputados, que tienen la obligación moral e institucional de velar, en las leyes que dictan, por el bienestar e integridad de las personas; de todas.

5. ¿Cuáles derechos sociales, económicos y culturales le parecen relevantes para garantizar la seguridad sexual y reproductiva de las mujeres?

En primer lugar: el derecho a la educación y la cultura. Derecho al que deben poder acceder y ejercer tanto las mujeres como los hombres, porque éste no es un tema de mujeres: es un tema de mujeres y de hombres.

En segundo lugar: el derecho a la salud, entendido no solo como el derecho a curarse cuando se enferman, sino a mantener a plenitud su salud física y mental.

En tercer lugar: el derecho al acceso a la justicia. Pues precisamente todo este debate remite al concepto y práctica eficiente (o no) de la justicia.

En cuarto lugar: el derecho al trabajo y el bienestar económico en igualdad de oportunidades. Pues la independencia es la semilla que permite que la autonomía florezca. Y éste es un tema de autonomía y de humanidad.

En quinto lugar: los derechos civiles a expresarse, reunirse y movilizarse a favor del efectivo ejercicio de sus derechos humanos. Pues nada será gratis. Llevamos décadas, quizá siglos, en esta lucha y todavía nos falta un buen tramo.

En sexto lugar: los derechos políticos a participar de la discusión, elaboración, ejecución y evaluación de políticas gubernamentales, legislativas y judiciales públicas. Pues, en el fondo, toda esta discusión es una discusión de poder: entre concepciones y prácticas distintas de estado, país y mundo. Ya veremos de qué cueros salen más correas.

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