
Sé que a veces no alcanzo a entender tus razones y por ello siempre procuro sentir tu sensibilidad, ésa que te conecta mejor a ti que a mí con la vida y su mundo.
Sé que ese es el camino del entendimiento porque ahora sé que en la esencia de la naturaleza humana está el hado de la creación y el don de la sensación como fondo y ancla de la conciencia. Gracias a ello, ahora sé también que el camino de la existencia lleva a la razón, y no al revés.
Sé, porque te he observado detenida, absorta, dedicada, decididamente, que en tus formas y tus maneras se expresa la dotación de buena parte del equilibrio cósmico que nos fue legado a los seres terrícolas: la sensibilidad que nos hace sensibles y, por lo tanto, humanos. Por eso, cuando me pongo muy masculino y no entiendo nada, procuro acudir a tu manantial y sentir tu sensibilidad. Sólo así puedo entenderme mejor: explicándome en ti, como tu puedes, así, también hacerlo en mí.
Ahora que te admiro y te siento, sé como sabes. Y comprendo todo y siento que sentimos diferente y por eso nos sabemos iguales. Y así sé y soy mejor: contigo y por ti, mujer.
(Dormingo publicado en la versión impresa de Cambio de Michoacán el 8 de marzo del 2009, Día Internacional de la Mujer acompañando alegremente a la viñeta de Ana Lucía Solís, Colibrí)
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