domingo, marzo 22, 2009

Ahorita o la insoportable relatividad del tiempo (dormingo)

¿Qué tanto es tantito? ¿Y cómo se establece, determina, mide y reconoce? En general y en nuestro lenguaje mexicano “tantito” es una porción pequeña de un “tanto”. Pero si el “tanto” es a la vez en nuestro idioma español una porción del todo que es, por definición, indeterminada e indeterminable hasta que, finalmente, se determina: ¿en un “tantito” qué tan pequeño es lo pequeño?

Y si, en nuestra singular mexicanidad, las porciones pequeñas y los diminutivos aplican para todas las cosas realmente existentes (y también para las que no lo son, por cierto): ¿que tan “tantito” o pequeño es lo pequeño aplicado a las cosas que, por esencia, son relativas, tal como han dejado establecido algunos de nuestros más insignes científicos y artistas (que no son los mismos, pero son iguales)?

Tal es la cuestión de lo pequeño aplicado al tiempo mexicano, que da origen y proyección a nuestro célebre “ahorita” como “tantito” del ahora. ¿qué tanto del “ahora” es el “ahorita”? En este país nadie lo sabe a ciencia cierta, pero todos lo usamos. Es como el vocablo “madrecita” que no aplica para un tanto pequeño de la “madre” maternal, sino a una variedad inconmensurable de acepciones, según los contextos semánticos y sus entonaciones discursivas.

“Ahorita” puede significar una porción realmente pequeña del “ahora”, casi inmediata del tiempo que mide o pretende medir: “ahorita es ahorita”. Pero también puede referir a una porción o, mejor aún, a una dimensión indeterminable del tiempo: “ahorita voy”, “ahorita lo hago”, “ahorita te lo doy”.

En este país nadie sabe qué significa exactamente (si es que hay algo que signifique exactamente lo mismo para todos) el “ahorita”, pero todos lo usamos y, más aún, todos sabemos a qué se refiere lo que no sabemos qué significa.

Por eso somos un pueblo tan simpático: porque tenemos el don de referir lo insignificado. De allí el albur, el pulque y la noche de muertos, por ejemplo.

Pero por ello, con el “ahorita” también tenemos la gracia de consagrar con alegría la insoportable relatividad del tiempo, hasta hacerla tan dúctil como nuestra inasible pero gozosa conciencia de la existencia misma, que está implícita en el concepto del “ahora”.

Aquí, entre nos, nos complace que todo pueda ser indeterminado porque, entonces, todo puede ser determinable a nuestro antojo, a nuestra imagen y semejanza.

Todo menos, como siempre, una excepción en este caso radicada en nuestra convicción de que “qué bonito es lo bonito… cuando es bonito”. Eso, lo “bonito”, ¡si que está determinado y bien determinado (siempre y cuando sea bonito, claro)!. Como la primavera que ya se nos llegó y nos hace seguir disfrutando de la vida y sus varios desvaríos a los que convoca un buen dormingo como éste. ¿O ahorita me equivoco ?

(Dormingo publicado en la versión impresa de Cambio de Michoacán el 22 de marzo del 2009)

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