martes, marzo 03, 2009

Cambio (dormingo)

Miro tus ojos y me sublima tu mirada. Sé que detrás de ella está el discernimiento, la recreación, la reinvención, la redención, la explicación y proyección de todo cuanto traigo dentro y pongo en este curioso espacio lleno de aire, de viento y de ráfagas que me esparcen como línea ágata, como cometa de papel y tinta. Bumerán impreso que vuela tan alto como lo lleves tú: por entre las nubes, por entre las claridades, incluso las de los atardeceres y las de los amaneceres. Más aún: incluso la de los dormingos.

Te observo leyéndome y te veo cambiándome. Noto como me anotas. Sé que todo cuanto pretendan decir estos signos cobrarán algún sentido hasta que tu los leas y los sometas a tu mejor juicio. Los reinventes y termines, afinándolos y afirmándolos. Entonces tendrán rumbo, como si de palabras errantes, ideas huérfanas, se tratara. El continente asumirá, recibirá, adquirirá su contenido.

Siento cómo me lees y luego existo porque pienso contigo. Cambio. Cambio cuando me cambias; cuando logras que diga lo que quise decir, porque lo piensas tú conmigo, porque lo reescribes tu. Cambio cuando me traduces, cuando me transformas en algo real. Yo, tan etéreo, tan impresentable, tan intangible, como palabra sin rostro, sin sonido, soy por ti.

Por eso escribo: para que me leas y para que me expliques. Para que un día viva, al menos en la esperanza de ser por ti. Para que un día tu me digas lo que quise decir y pude decirlo. Por eso estoy aquí, este día, este dormingo, en este periódico que se llama Cambio y cambia para ti. Enhorabuena y muchos días de estos. Vale.

(Dormingo publicado en la versión impresa de Cambio de Michoacán del 1 de marzo del 2009, en ocasión de la presentación de su nueva edición dominical)

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