domingo, diciembre 07, 2008

Tráfico Moreliano (dormingo)


Por alguna extraña razón –si es que realmente la hubiere- en fecha reciente se nos ocurrió que buena idea era ésa de llenar a nuestra en antaño señorial y apacible ciudad con una cantidad poco menos que insultante y en todo punto insoportable de carros y toda clase de vehículos automotores. Y de tal forma se nos afirmó la ocurrencia aquella, que lo logramos. Y ahora tenemos una ciudad que sufre y a unos ciudadanos insufribles.

Todavía recuerdo como hace unos muy pocos años aún presumía vivir en una ciudad disfrutable, donde ningún traslado te tomaba más de veinte minutos, por más largo que pareciera en la geografía de una ciudad media con enormes encantos. Pero más lo recuerdo cuando, en medio de un número bastante neurótico de en realidad un puñado mal disimulado de vehículos pésimamente acomodados, he logrado el temerario registro de hacer prácticamente una hora de un lugar a otro dentro de este todavía patrimonio cultural de la humanidad.

Es increíble, pero lo logramos. Comenzamos por hacer de nuestro centro histórico el centro histérico que toda ciudad que quiera autoinmolarse se procura. Luego nos fuimos a sus principales arterias y continuamos el embiste embutiéndolas de coches, camiones y esas cosas que llamamos genéricamente “combis” y que en realidad constituyen la principal amenaza a la infraestructura urbana y su correlativa sobrevivencia humana. Tal fue la fuerza del ataque que no pocas calles alternas saturadas han sido hasta el punto de hacerlas también intransitables.

Ahora, como arroyos vehiculares que buscan su cauce por entre las venas polisaturadas de nuestra afligida Morelia, comenzamos a treparnos a los cerros circundantes cabalgando en nuestras bestias de metal y humo. Vamos inconcientes y felices; tontos y dispuestos a cargarnos lo poco de hábitat que nos queda.

Con razón Mr. Smith decía a Morfeo mientras lo interrogaba al seno de Matrix que los seres humanos tenemos un patrón de conducta en absoluto parecido al de los mamíferos (especie a la que supuestamente pertenecemos) y por completo idéntico al de los virus: llegamos a un hábitat, nos reproducimos, lo invadimos, lo depredamos, lo asfixiamos y luego nos mudamos a otro hábitat para continuar con nuestra fatídica labor. Pienso esto mientras, en medio de un mar de carros, observo impávido a una muy reducida cofradía de borrosos personajes detener por-no-sé-qué-pretendidas-razones el tránsito de cientos, quizá miles de ciudadanos. ¡Vaya que cuando nos proponemos algo lo logramos! Pero, ¿cuando nos vamos a comenzar proponernos cosas buenas? Pienso ésto y luego existo en medio de nuevo tráfico moreliano.

No hay comentarios: