domingo, noviembre 23, 2008

Orgías ideológicas

La encontré referida en una nota de la impecable Patricia Monreal* y me pareció absolutamente sugerente. Es la noción de "orgías ideológicas" a la que la presidenta nacional del PRI, Beatriz Paredes, se refirió al negar que su partido estuviese buscando hacer alianzas electorales con la nueva dirigencia nacional del PRD.

Para quienes nos leen allende las fronteras mexicas, debo decir que la declaración de la lidereza priísta procura acotar la impresión que muchos tenemos en México respecto de una eventual recomposición del escenario y la correlación de fuerzas políticas en el país a raíz de la elección de la nueva dirigencia del PRD, en la persona de Jesús Ortega, su nuevo presidente.

La idea básica es que Jesús Ortega se logró imponer ante los grupos que son afines al liderazgo de Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Se trata del triunfo de una posición política más abierta al diálogo y la negociación política constructiva frente al discurso inflexible de quienes solo atinan a descalificar como "espurios" a sus contrincantes políticos y de "traidores" a quienes no les siguen acríticamente. La llegada a la presidencia del PRD de una opción política más dialogante permite suponer la viabilidad de una política de alianzas de opciones partidarias de "centro-izquierda" de cara a las elecciones legislativas del próximo año y al curso de las contiendas políticas nacionales de los años por venir.

Frente a esta posibilidad y aunque en un principio anunció la viabilidad de acuerdos entre el PRI y el PRD de Ortega, la dirigente priísta (reconocida en el país por su talante aperturista y tolerante) se aprestó a negar la participación de su partido en lo que calificó como "orgías ideológicas". La idea me parece del todo incitadora y excitadora, intelectualmente hablando, en primer término porque históricamente no todas las orgías son necesariamente censurables y, en segundo lugar, porque menos aún lo podrían ser aquellas que eventualmente pudiesen tener lugar en el campo de las ideologías.

En la Roma antigua, las orgías eran desde luego bacanales desenfrenados, pero tenían la virtud de consagrarse a la capacidad humana de sentir y compartirse (no poca cosa en estos días insensibles e individualistas) y estaban siempre destinadas a rendir tributo y consideración a los Dioses; a Baco, señaladamente. Eran ritos edonistas que -en versiones históricamente ahora más aceptables, no necesariamente orgiásticas- bien nos vendrían ahora como fiestas de celebración y reivindicación tumultuaria.

Pero si estos intercambios carnales no fueron siempre lo degenerados que ahora nos resultan (pues su práctica, por cierto, continúa en espacios privados e incluso públicos de nuestra sociedad contemporánea) menos lo serían en el mundo de los intercambios ya no carnales, sino ideológicos. Intercambiar ideas incluso en la intimidad e intensamente nunca será una mala opción para la civilización y su política. Al contrario: incluso puede afirmarse que ese intercambio de ideas es lo que nos permite avanzar en convicciones y planteamientos cada vez más sofisticados y -literalmente- cada vez más inteligentes, pues se basan en la síntesis que el conocimiento dialogante es capaz de producir.

Siendo así las "orgías ideológicas" bien podrían significarse como benéficas y, desde luego, gratificantes para una sociedad que, como la nuestra, necesita urgentemente de vasos comunicantes y dialogantes entre las distintas opciones políticas que desde los partidos políticos se disputan los espacios de poder en la República. El asunto, si acaso, consistiría en evitar que semejantes intercambios derivasen en formas de promiscuidad, ciertamente poco edificantes para cualquier comportamiento individual o colectivo. O no?


* Publicada en la semana en la versión impresa de Cambio de Michoacán.

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