jueves, noviembre 06, 2008

Obama o el fetichismo electoral

YO PENSABA que sólo en México le otorgábamos a las elecciones más importancia de la que en realidad tienen, pero ya veo que no. Por lo menos en los Estados Unidos y en Kenya adolecen de la misma tentación de otorgar a las elecciones una potencia de la que carecen. Se llama fetichismo electoral y consiste en creer que en una elección se resuelven los problemas de un país, y no el simple y mísero -pero fundamental- detalle (diría Ortega y Gasset) de integrar poderes públicos legítimos.

Las elecciones sirven para designar por la vía de la participación ciudadana democrática a los gobernantes y a los legisladores. Es el complejo sistema de convertir votos en escaños, dirían los más reconocidos teóricos. Se trata del asunto de la votadera, diría mi ilustre y respetado amigo Luis Mejía. Pero no resuelven los problemas de un país.

De hecho solo resuelven el muy específico problema de elegir autoridades y consisten en el civilizatorio instrumento que sirve para que la gente no se mate -ni más ni menos- al dirimir los asuntos del poder público, anotaría mi maestro Dong Nguyen. Pero insisto: no sirven para resolver los problemas de un país. Por ejemplo: el desempleo, la recesión económica, los efectos perversos de guerras estúpidas (todas los son, by the way), la pérdida de propiedades por la quiebra de instituciones hipotecarias, ni la desesperanza, el miedo y el coraje con un presidente medianamente super imbécil como George Bush.

Y sin embargo, en Estados Unidos piensan que la elección de Barack Obama resolverá todo eso. Es el fetichismo electoral en ejercicio pleno. Ese es el principal desafío del Presidente Obama. Pocas cosas tan difíciles para un gobernante como administrar la esperanza. Menudo reto el del compañero.

Ciertamente, como diría mi analítica esposa Alma Noemí, las elecciones no resuelven los problemas de un país pero ayudan a elegir entre opciones políticas que se supone podrán al menos intentarlo con posible éxito. Por eso insisto que el principal desafío de Obama será hacer cosas que le lleven a los bolsillos y a las casas de los estadounidenses un poco de la paz que los republicanos le usurparon. Ya veremos.

Pero si en Estados Unidos el fetichismo electoral es intenso, en Kenya está muy cerca del paroxismo. Ver los festejos africanos no puede sino movernos a la ternura... o la pena ajena. Ojalá me equivoque, pero pienso que al Presidente Obama el asunto de administrar la esperanza africana le será particularmente lejana e inmanejable.

Ojalá estuviéramos en un mundo donde el Presidente de la principal potencia económica se preocupe por la gente... y los poderes fácticos le dejaran actuar. Creo que no. Pero ojalá me equivoque. Si fuera así, el fetichsimo electoral sería un juego de niños y este blog, el recinto de un párvulo irredento. Al tiempo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Muchas felicidades por tu ensayo!

Como siempre es grato tener la oportunidad de leerte en este espacio.

Me temo que la alegría desbordada por las recientes elecciones en los Estados Unidos es una válvula de escape ante la incertidumbre de saber que la rueda de la historia está relevando a nuestros vecinos de su papel de super potencia mundial. Indudablemente, vivimos un momento muy interesante en la configuración de las nuevas potencias mundiales que afectará profundamente a México como vecino y uno de los principales socios comerciales de los Estados Unidos. Sin embargo, -y sin afán de imitar la algarabía Kenyana, ni caer en augurios pesimistas-; creo que los mexicanos debemos estar preparados para los retos -y oportunidades- que estos nueva alineación de poderes nos presenta.

Laura A.

Carlos González Martínez dijo...

Toda razón tienes, mi querida Laura. Cómo se nota, además, que internacionalista invencible eres.
Saludos!!
Carlos