jueves, octubre 16, 2008

El país como el fútbol

Algo tiene de perversidad el fútbol en México. Como una maldición, cada vez que puede se nos echa en cara como una representación esperpéntica de cómo no quisiéramos ser, pero que -en el fondo- pensamos que somos. Por alguna extraña razón, nunca nos ha consagrado las glorias que por alguna otra extraña razón creemos que nos merecemos. Solo aquella proto mítica Sub 17 nos trajo la alegría que muy raramente brinda toda buena excepción a mala regla.

Es por eso que el empate a 2 goles de la selección nacional con la representativa de Canadá nos sabe a derrota y la derrota con Jamaica nos resulta un oprobio. No sé bien por qué, pero pensamos que -al menos en el fútbol- somos superiores a muchos países y, concretamente a Jamaica y Canadá. ¿Será porque la población de Jamaica asciende a poco más de 2.8 millones de habitantes, que representan el algo así como el 2.8% de la población mexicana?, ¿o porque las selecciones nacionales de Jamaica y Canadá se integran fundamentalmente con aficionados y alguno que otro profesional mal pagado, mientras que la nuestra deslumbra con personajes 100% dedicados a dar patadas a cambio de millones de dólares mal ganados?, ¿o porque en Canadá casi nadie juega fútbol, siendo un país devoto del hockey y otros deportes, menos el balompíe que tanto cascareamos millones de mexicanos?

El hecho es que una y otra vez nos arrimamos al televisor o asistimos a los estadios con el Jesús en la boca, dispuestos a consumir cuanta cosa nos arrimen, sobre todo si de cebada preparada se trata, y a exponernos al martirio reiterativo del "ya merito".

Nos sentimos y quizá nos sabemos (en realidad, dudo que realmente lo sepamos) que somos buenos, incluso muy buenos, para el fútbol y nos sorprende empatar y, más aún, perder con adversarios que sentimos y quizá sabemos (o sabíamos) poseedores de menos técnica y gracia para eso de patear un balón y meterlo en una cabañita con red. El ejemplo preclaro, paradigmático y patológico: nuestra relación futbolera con los Estados Unidos, a quienes en antaño propinábamos derrotas y quienes ahora nos las enderezan como en venganza milenaria.

Ahora, para los mexicanos, el fútbol es como el país: lo hemos descuidado tanto y lo hemos abandonado tanto al reino de los intereses particulares, que se nos está degradando fatalmente. Ojalá al menos regresara el "Pata Bendita". Supongo que con ese sobrenombre algunas dotes tendría para algo bueno traer al "Juego del Hombre"; aquél que una vez alimentó las alegrías de todos aquellos que "queremos y amamos el fútbol". Ojalá.

No hay comentarios: