lunes, abril 26, 2010

Minerva

En la mitología romana, Minerva es la diosa de la sabiduría y las artes, por ello es la patrona de los artesanos. Pero también es la diosa de las técnicas de la guerra, lo que le granjeó el epíteto de protectora de Roma.

Ello es así desde hace miles de años, al despertar luminoso de nuestra civilización, pero tan sólo ayer, antes de que los mortales despertáramos en medio de esta siniestra oscuridad, una joven de silueta risueña y frágil que porta su nombre y ostenta el nada envidiable cargo de Secretaria de Seguridad Pública en este dolido Estado de este doliente País, sufrió un atentado en forma de terrible emboscada en la que perdieron la vida, entre otros, personas “civiles” que malamente pasaban por allí.

De entre todas las imágenes, este Dormingo rescata una siniestra: una camioneta familiar calcinada. Inocentes bajo el fuego de criminales. Y al hacerlo detiene su prosa lúdica para, una vez más, tratar con seriedad un asunto grave en tres puntos.

1) El atentado es una emboscada, realizada con “inteligencia” criminal que calcula con perverso tino el momento oportunista (ni más ni menos que el inicio de la “fiesta michoacana”) y las circunstancias de modo, tiempo y lugar; con información precisa de las condiciones del trayecto y sus ocupantes; con un contundente despliegue logístico que atraviesa un trailer y moviliza comandos sincronizados de sicarios que se dan a la fuga, y; con una capacidad de fuego descomunal que lanza granadas y metralla indiscriminada. Los criminales huyeron, las fuerzas del Estado Mexicano perdieron. ¿Cómo es posible que las agencias de “inteligencia” del Estado Mexicano no estuvieran enteradas?

2) El atentado lo sufrió Minerva, la protectora, pero sus destinatarios eran otros dos sujetos: el gobierno de Michoacán y todos nosotros. El primero deberá tomar acciones inmediatas. Nosotros, también. Ninguno de los dos debiese amedrentarse. Eso es lo que buscan los criminales: sembrar desasosiego y terror; división y río revuelto.

3) Pero una cosa es ya innegable: estamos desamparados. Literalmente. Y seguiremos así un buen rato. ¿Qué podemos hacer? No paralizarnos, pero si prepararnos. Tomar medidas personales y familiares de control y precaución. Cada familia sabe mejor cómo cuidarse. Ni modo, es siniestro pero es real: no hay una autoridad que nos proteja efectivamente. Ni aquí ni en Ciudad Juárez, ni en Tijuana, ni en Monterrey, ni en Aguascalientes, ni en ningún lado hay Estado que valga o se haga valer. También debemos desamodorrarnos: exigir a las autoridades que hagan su trabajo y disponernos a colaborar con ellas cada vez que nos demuestren que en ellas podemos confiar.

Descansen en paz nuestros muertos. Los que no habremos de descansar somos nosotros, todos nosotros. Ya que las autoridades de la República no pueden orquestar una estrategia ganadora, hagámoslo nosotros, todos nosotros, a los que nos compete por naturaleza la Res Pública con el que los romanos llamaban a la cosa pública. Entre todos nosotros hay talento para proponer alternativas. Comencemos. Antes de que sea demasiado tarde, si no es que ya lo es. Que Minerva, la Diosa de la sabiduría y las técnicas de la guerra, nos proteja.

(Dormingo publicado en la versión impresa de Cambio de Michoacán el 25 de abril del 2010)

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