sábado, enero 23, 2010

Caricia (Dormingo)


Breve susurro corpóreo, rosas con tus pétalos de fantasía la delicada epidermis de la incandescencia encarnada con que te anhelo. Navegas sobre ese hielo delgado y fino, y fino y delgado siento el escalofrío con el que se conmueve y remueve la espina dorsal que recorres sin recato alguno. Sólo tu tacto confirma tu mirada y es en ti mi última voluntad: la vida… muerte y resurrección.

Puede ser que no existas sino sólo como lo que eres y así te quiero. Puede ser que sólo seas tu, pero yo te soñé y recibí mientras aterrizabas en esta geografía humana en la que dibujaste tu rostro con el cincel de tu perfil. Puede ser que seas y por eso te espero.

Llegas como tersa intensidad en trémula existencia. Por eso me complaces como volcán en erupción, mientras mi ansiedad se traga toda la lava y toda la lava se redime mientras el hielo incinera las ganas de quedarse quieto. No hay salvación, solo la redención de saberte, por Dios, inevitable.

Ven a mí y quédate aquí. Pasa ligera hacia tu destino que está en mí. Deja que me sienta mientras me sientes que te siento sintiéndome. Entonces no habrá más explicaciones que las razones que tu sensibilidad me hacen saber.

Date en mí, que yo soy para ti. Tócame sin reserva, caricia, que estoy reservado para ti. Ven y pasa alegre con tu ligero tropel de sensaciones en fuga. No hay más fuerte fuerza que tu gentil gentileza. Por eso te quiero, porque siendo todo te necesito más que nada.

(Dormingo para publicarse en la versión impresa de Cambio de Michoacán el 24 de enero del 2010)

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