sábado, mayo 16, 2009

Maestro (dormingo)

Vocación y entrega, formación y responsabilidad, cultura y técnica, competencias y conocimiento; los mejores tienen discípulos, no solo alumnos. Es el Maestro que no es solo una persona, un hombre o una mujer, ni siquiera un profesionista más: es un baluarte.

Mas que una profesión es una misión. Porque el Maestro no solo educa, forma. Está en sus manos y en su voz y en su pensamiento y en su acción congruente la imagen y guía que nuestros vástagos en buena medida han de adoptar respecto de lo que significa ser un profesionista y un trabajador en el país de verdad que más adelante habrán de descubrir y poblar.

Por ello, junto con los curas que curan las ánimas y los médicos que medican los cuerpos, el Maestro que forma a las personas significó durante tantos años en este país una de las figuras más emblemáticas, respetadas y queridas en nuestras comunidades. Era esa la figura del Maestro misionero, que llevaría incluso con sacrificios las luces de la escuela por todo lo ancho y largo de nuestra enorme geografía humana.

Pobre del país nuestro donde la percepción pública del Maestro se ha degradado al punto de que es ya de las figuras menos respetadas y queridas. Algo gravísimo, imperdonable e inaceptable nos ocurrió cuando nos permitimos la aberrante licencia de sustituir imágenes emblemáticas como Vasconcelos, Torres Bodet, Lombardo Toledano, González Casanova o Ignacio Chávez por las presencias esperpénticas e innombrables de siniestros líderes sindicales (en todas sus variaciones y denominaciones) y hordas dislocadas de facinerosos que nunca podrán siquiera entender la misión que les había sido encomendada y la delicada semilla que a su resguardo había sido confiada.

Pobre de este país si se queda sin Maestros y en su lugar y en las aulas sigue reinando el espanto de nuestra principal desgracia nacional.

Ojalá no nos pase nunca y un día nos decidamos a sacudirnos mentira, simulación, corrupción y corporativismo, situando en su lugar a quien forme un país mejor y a su gente. Ojalá los Maestros a los que celebramos ahora, los verdaderos, los que siguen siendo un baluarte en medio de tanta inmundicia, los que son más y están opacados por los menos, un día se decidan a regresar a este pobre país al ágora fértil de sus aulas y su cultura prominente. Será entonces cuando todos podamos felicitarnos, ahora no.

(Dormingo publicado en la versión impresa de Cambio de Michoacán del 17 de mayo del 2009)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Complétamente de acuerdo contigo, Carlos. Nuestros jóvenes son muy buenos. Se merecen verdaderos profesionales de la enseñanza, gente realmente comprometida con esta noble tarea, y lo digo como maestra.

Laura