lunes, abril 06, 2009

Bolso de Mujer (dormingo)

Hoyo negro y espacio sideral, casi infinito y siempre pletórico, el bolso de una mujer es un enigma varonil y un resguardo femenil. Cuarto de máquinas de la vestimenta femenina, más que un accesorio es el pilar central de la indumentaria que toda dama procura consigo, en todo tiempo y en todo lugar.

Grande, grandísima o pequeña, pequeñísima, lo mismo morral, costal o mochila que engreído estandarte de moda y modismos, el bolso de una mujer es a la mirada expectante del varón como el universo de su contraparte humana: en él anida, vive y de él emerge todo. Allí está y se manifiesta el todo. Todo lo que no conocemos, pero sabemos, esperamos que exista. Pero también todo lo que desconocemos y ni nos imaginamos que existe.

Por eso el bolso es un espacio íntimo de la mujer, que el hombre debe siempre respetar con toda precaución. Allí podría uno encontrarse todas las cosas inventariadas en la historia de la inventiva humana. Incluso ellas podrían y pueden encontrar allí hasta las cosas que alguna vez creyeron extraviadas... como en la vida misma.

De colores, texturas, formas y pretensiones diversas, los bolsos son siempre para las más exigentes y beneficiadas, solo parte de una constelación de atributos accesorios que deben, todos ellos, guardar sintonía perfecta en combinaciones, pesos y contrapesos, a la usanza de las obras más perfectas del arte barroco y la artesanía en filigrana.

Muestra del sentido femenino del equilibrio y la plenitud, el bolso puede llegar incluso a denotar no solo el estilo, sino el estado de ánimo de su portadora. Por ello hay que tenerle especial consideración, como si algún día depositados en ella y en aquél fuésemos a quedar.

(Domingo publicado en la versión impresa de Cambio de Michoacán el 5 de abril del 2009, la viñeta es de Ana Lucía Solís, Colibrí)

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