domingo, enero 11, 2009

El año León (dormingo)

Desde su cultura y tradiciones milenarias, los camaradas chinos nos quieren convencer que el año nuevo es el año del Buey. Según ellos y su impresionante cultura, el año pasado fue el de la Rata y éste será el del Buey. Lo de rata viene bien si consideramos la infame voracidad con que los criminales especuladores financieros dieron al traste con el sistema capitalista tal y como lo habíamos conocido hasta ahora. Pero lo de Buey no parece tan halagador toda vez que, al menos en México, remite por analogía a algo parecido como al “año del güey” que, de acuerdo con la Real Academia de la Lengua Española, hace referencia en este sufrido país a una “persona tonta”. Lo bueno, es que aún no lo ponen a votación, pues igual y nos andan mayoriteando...

Ante ello y dicho-con-el-debido-respeto, este dormingo se pronuncia ahora y enfáticamente en contra de dicha denominación, y en cambio propone que lo promulguemos como el año del León. En lugar de buey o güey, mejor: león. ¿Por qué? Pues muy simple: porque el león no es como lo pintan.

Y digo yo: si ya los infames especuladores financieros nos desmadraron (también de acuerdo con la Real Academia, el verbo “desmadrar” sí existe) el 2008 con sus acciones, ¿por qué vamos a permitir que también nos desmadren el 2009 con sus pronósticos?

Mejor pensemos que, a pesar de sus negros augurios, el 2009 no será sólo la debacle que nos tienen preparada. Si ya se empezaron a suicidar los multimillonarios especuladores, ¿por qué nos vamos a aniquilar antes de tiempo todos los demás? Si lo aceptáramos simple y llanamente, entonces sí que el 2009 sería el año del buey y del güey, pero si nos oponemos creativa, decidida y colectivamente a semejante apocalíptico pronóstico, bien podríamos hacer que este multicitado año de gracia del 2009 sea como el león y, por tanto, no sea como nos lo pintan.

Claro está que la desgracia financiera y económica ya está entre nosotros y habrá de profundizar sus siniestros malestares, pero ello no debiese someternos a sus designios, sino alentarnos a buscar de una buena y carambas vez una opción alternativa a todo este desmadre (ya quedamos que la palabra existe en nuestro idioma y puede, por tanto, utilizarse con real licencia).

Si el león no es como lo pintan, si puede –al menos éste- ser como nosotros, “los mayoritarios en todos los aspectos”, decidamos pintarlo. ¿O no?. ¿Se anima, usted, ilustre blooger@ a intentarlo?

(Dormingo publicado en la versión impresa del periódico Cambio de Michoacán del 11 de enero del 2009)

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