domingo, septiembre 26, 2010

Sentimientos de la Nación Bicentenaria

No nos hagamos bolas: en estos doscientos años fracasamos en nuestra búsqueda de la libertad y la justicia. No hay duda de que hay avances y logros, pero la verdad es que seguimos siendo una nación dolida y doliente: con una sociedad desigual, marcada por la injusticia, la impunidad, la corrupción y la explotación. Tampoco somos un país realmente independiente ni soberano.

No hay alegría y goce colectivo entre nosotros, pero nos la y nos lo merecemos. Debemos buscarla y debemos lograrlo. Doscientos años fueron suficientes para ofendernos con tanta simulación y engaño. Es momento de construir una conciencia ciudadana que transforme en verdad al país.

Para ello, no hay nada que inventar. Nuestra plataforma está allí, evidente ante nosotros. Es la Constitución, en particular el Artículo 39 que nos hace soberanos depositarios de todo poder público, cuyas instituciones deben establecerse en nuestro beneficio o ser cambiadas.

La nuestra es la causa de la democracia constitucionalista radical y nuestro programa político no es otro que los Sentimientos de la Nación de 1813, en particular en aquellos siguientes postulados

• “Que la Soberanía dimana inmediatamente del Pueblo, que los Poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial estén divididos en los cuerpos compatibles para ejercerlos.

• Que funcionarán cuatro años los vocales, turnándose, saliendo los más antiguos para que ocupen el lugar los nuevos electos. La dotación de los vocales, será una congrua suficiente y no superflua, y no pasará por ahora de ocho mil pesos.

• Que los Estados mudan costumbres y, por consiguiente, la Patria no será del todo libre y nuestra mientras no se reforme el Gobierno, abatiendo el tiránico, substituyendo el liberal.

• Que como la buena ley es superior a todo hombre, las que dicte nuestro Congreso deben ser tales, que obliguen a constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia, y de tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres, alejando la ignorancia, la rapiña y el hurto.

• Que las leyes generales comprendan a todos, sin excepción de cuerpos privilegiados; y que éstos sólo lo sean en cuanto al uso de su ministerio.

• Que la esclavitud se proscriba para siempre, y lo mismo la distinción de castas, quedando todos iguales, y sólo distinguirá a un americano de otro el vicio y la virtud.

• Que a cada uno se le guarden sus propiedades y respete en su casa como en un asilo sagrado, señalando penas a los infractores.

• Que en la nueva legislación no se admita la tortura.

• Que las tropas extranjeras o de otro Reino no pisen nuestro suelo, y si fuere en ayuda, no estarán donde la Suprema Junta.

• Que se quite la infinidad de tributos, pechos e imposiciones que nos agobian, y se señale a cada individuo un cinco por ciento de semillas y demás efectos u otra carga igual, ligera, que no oprima tanto, como la Alcabala, el Estanco, el Tributo y otros; pues con esta ligera contribución, y la buena administración de los bienes confiscados al enemigo, podrá llevarse el peso de la guerra y honorarios de empleados
”.

¿Quién se suma?

(Dormingo publicado en la versión impresa de Cambio de Michoacán del 26 de septiembre del 2010. La viñeta, felizmente, es de la Grande Ana Lucía Solís, Colibrí)

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